viernes, mayo 26, 2023

"La emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores"

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La agenda oscura de la ultraderecha en Chile. (por Hugo Guzmán Rambaldi)

Desde la candidatura de José Antonio Kast se promueve un relato autoritario/restrictivo que incluye medidas como terminar con el INDH, el Ministerio de la Mujer, dar atribuciones al Presidente para interceptar comunicaciones de los ciudadanos, construir más cárceles con agentes privados y clausurar garantías de la diversidad sexual. Si “alcanza el poder del Estado seguramente derivaría rápidamente hacia prácticas fascistas”, indicó el teólogo Álvaro Ramis. La bandera de la ultraderecha es la candidatura presidencial de Kast, obtener una representación notoria en el Parlamento y si gana Gabriel Boric la elección presidencial, convertirse en la fuerza opositora más firme. Se avanza en alianzas internacionales con vínculos con Vox, Bolsonaro, el Foro de Madrid y otras instancias y personajes de la ultraderecha.

Hugo Guzmán (*). Periodista. “El Siglo”. Santiago. 11/2021. Su posicionamiento en sondeos/proyecciones electorales, y su relato de corte autoritario/restrictivo, dibujan un actual e indesmentible perfil de José Antonio Kast, candidato a la presidencia por el Frente Social Cristiano y principal vocero de la ultraderecha chilena.

El asunto llegó al borde de que él y su sector dejaron atrás al conglomerado Chile Vamos, de las colectividades tradicionales de la derecha orgánica -Unión Demócrata Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN)-, y también a fuerzas socialdemócratas y democristianas. Una realidad insospechada en el escenario chileno hace algún tiempo.

Kast no baja del 20% en las encuestas (que, en todo caso, no cuentan con un alto grado de credibilidad en la opinión pública, pero sirven de termómetro) y en algunos sondeos marcó alrededor del 30%. En la pasada elección presidencial obtuvo un 8%, con más de 523 mil sufragios. Los análisis electorales apuntan a un alza ostensible de Kast y los grupos que le apoyan, considerando una potenciación/base de alrededor de un millón de electores teniendo en cuenta pasadas elecciones parlamentarias, municipales y de convencionales constituyentes, y más si se constata que desde la base electoral de la UDI y RN se está produciendo un desplazamiento hacia la candidatura de la ultraderecha, evidenciada en el pronunciamiento de dirigentes, legisladores y estructuras comunales y regionales de esos partidos.

En la pugna intra/sector en la derecha, está claro que el factor Kast/Partido Republicano entró a remover el mapa y gravitó aun más en el derrumbe de la candidatura presidencial de Chile Vamos, expresada en el errático y desordenado Sebastián Sichel.

Hay que considerar a representantes de gremios empresariales, consorcios financieros, grandes empresas privadas, directorios de medios de comunicación y hasta funcionarios del actual Gobierno de derecha que simpatizan y respaldan a José Antonio Kast que, por lo demás, proviene de la UDI.

En lo orgánico, Kast, junto a las candidaturas ultraconservadoras al Parlamento y Consejos Regionales, fabricó el conglomerado Frente Social Cristiano (FSC), integrado por el Partido Republicano (PR) y el Partido Conservador Cristiano (PCC).

Otros colectivos vinculados directa o indirectamente son Fuerza Nacional, Capitalismo Revolucionario, Patria y Libertad, Asociación para la Paz y la Reconciliación en La Araucanía, Movimiento Independiente Pinochetista, Movimiento Nacionalista de Chile, Partido del Sur y La Vanguardia.

Se sabe que cuenta con el respaldo de “la familia militar”, un segmento conformado por el mundo de las Fuerzas Armadas, y con los nichos de pinochetistas y partidarios de lo que fue la dictadura cívico-militar.

El candidato presidencial de la extrema derecha es un reivindicador y defensor del régimen que encabezó el dictador Augusto Pinochet y, entre otras cosas, defiende a los ex uniformados procesados y condenados por violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.

Antonio Barchiese, secretario general del PR, declaró que la conformación de esta alianza “es un gran paso para nosotros porque compartimos valores y principios con el mundo cristiano, como la libertad, la familia, el derecho de los padres a educar a sus hijos y el defender la vida, desde la concepción hasta la muerte natural”.

El senador de la UDI, Claudio Alvarado, apuntó a que “el corazón y el alma de Chile Vamos están con Kast”. Enfatizó que el candidato “representa las ideas de centro derecha, expone con convicción y con fuerza sus ideales”.

Es elocuente que el aspirante a La Moneda por los sectores ultraconservadores está representando a segmentos de la población que, por ejemplo, votaron Rechazo a la nueva Constitución. Claro que tiene el reto, entre otros, de sacar a la derecha y la extrema derecha del 20% en que está situada respecto al plebiscito por nueva Carta Fundamental y elecciones recientes.

El relato de la dureza y la restricción

El analista mexicano Bernardo Barranco advirtió que “la extrema derecha es una corriente política e ideológica que gana terreno y se ha extendido” en el mundo y recalcó que “el florecimiento ultraderechista es populista, nacionalista, antiminorías, xenófobo, patriarcal, particularmente antiislámico y con rasgos fascistas. Y en América Latina está predominando el fundamentalismo evangélico”.

En ese camino está José Antonio Kast. Con un relato anti migrantes, contra-feminista, ultra religioso, contra-diversidad sexual, nacionalista, autoritario, restrictivo de derechos sociales, militarizado y policializado, ultraprivatizador y anticomunista.

En sus apariciones públicas planteó el triángulo de orden, progreso e inversión, como condicionantes para “el avance de Chile”, dando un portazo a todo el proyecto de transformaciones y cambios en el país, incluido el oponerse a una nueva Constitución.

El teólogo y académico Álvaro Ramis, sostuvo en un artículo en Le Monde Diplomatique Chile: “¿Kast encarna un proyecto fascista? No lo es plenamente en este momento, pero sí lo es en potencia…Lo más probable es que su diseño estratégico y sus posibilidades tácticas no le permiten ese tipo de acciones en este momento, pero si Kast alcanza el poder del Estado seguramente derivaría rápidamente hacia prácticas fascistas”.

Precisamente en a esa línea extrema apuntan varias medidas que promete Kast si llega a ser jefe del Ejecutivo y que, además de ser restrictivas, echan por tierra logros del sistema democrático formal chileno.

Es así que el candidato presidencial de la extrema derecha está por terminar con el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) y con el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género (metiéndolo en otra cartera), por darle atribuciones al Presidente de la República para interceptar comunicaciones de ciudadanos, aumentar las cárceles con participación de agentes privados, incentivar el uso de la fuerza y operaciones activas de Carabineros y las Fuerzas Armadas ante movilizaciones sociales y la situación en zonas mapuches y aumentar las penas a quienes realicen “violencia urbana”; clausurar el derecho de las mujeres a la interrupción del embarazo en cualquier causal, eliminar o restringir derechos de la diversidad sexual, ilegalizar totalmente la marihuana, declarar ilícitas las barras bravas de clubes de fútbol,  y promover la exaltación de símbolos como el himno y la bandera nacional.

A eso se suma la exaltación de figuras/discursos religiosos, de la familia en el sentido tradicional/conservador, las Fuerzas Armadas y de Orden, la pureza nacional, el orden   como factor para que funcione la economía, y el combate a proyectos/ideas de izquierda, progresistas y comunistas.

Por cierto, un factor mediático de la extrema derecha chilena apunta a rechazar que la definan como tal. En esa línea no es difícil encontrar que en medios de prensa del país, comentarios y alusiones a Kast y su partido, vocerías de personeros ultraconservadores, a este sector se le defina como “de derecha” e incluso como “de centroderecha”.

Otro camino comunicacional es criminalizar y demonizar a la izquierda y al movimiento social. Es así que la revuelta social de 2019 es calificada como un “estallido de violencia” y se establece, sin más, que “la izquierda tiene un programa para destruir todo lo establecido y oprimir las libertades de forma permanente”.

Kast sostiene la necesidad de  establecer una “coordinación internacional anti-radicales de izquierda”, que significaría aplicar en Chile operaciones extraterritoriales, en las tesis establecidas por los gobiernos de Estados Unidos y Colombia, para perseguir a partidos y personas identificadas con ese sector, con colaboración de entidades y agentes extranjeros.

La exteriorización del ideario y el relato de este sector ultraderechista, se canaliza a través de medios de comunicación afines, centros de estudios conservadores y particularmente de la Fundación Cuide Chile, donde se tratan materias internacionales, de género, salud, educación, legislación y seguridad y que sostiene plataformas de educación, formación y promoción ideológica.

Además, hay un trabajo territorial, en redes sociales, espacios públicos y de formación realizado principalmente por el Partido Republicano en casi todas las regiones del país, desplegando profesionales, jóvenes, dirigentes gremiales, gente del mundo católico y evangélico, y mujeres.

En la línea de una corriente internacional

Un factor presente en este contexto, es que el Partido Republicano, Kast y las líneas programáticas ultraderechistas, forman parte de una suerte de expansión de esta corriente ideológica -con una buena dosis de religiosidad- a nivel internacional, expresadas en grupos en alza como Vox en España, Fuerza Nueva en Italia, Agrupación Nacional en Francia, Patriotas Unidos en Bulgaria, Tea Party de Estados Unidos, Alternativa para Alemania, Centro Democrático de Colombia, Unión Nacional de Ciudadanos Éticos de Paraguay, Partido Social Cristiano de Brasil, con líderes como el brasilero Jair Bolsonaro (cercano a Kast), el estadounidense Donald Trump, la francesa Marine Le Pen, el español Santiago Abascal y el colombiano Álvaro Uribe.

José Antonio Kast es parte del impulso del Foro de Madrid destinado a reunir a los partidos, fundaciones e intelectuales de ultraderecha, y trabajar para frenar al comunismo y las ideas de izquierda. En América Latina, salirle al paso al Foro de Sao Paulo y al Grupo de Puebla, consideradas expresiones del comunismo, el marxismo y la izquierda extrema.

Kast está trabajando hace años en consolidar sus relaciones internacionales con los ultraconservadores. Se reunió en Brasil con el presidente Jair Bolsonaro, donde materializaron coincidencias programáticas, ideológicas y de coordinación regional, y se establecieron lazos entre el Partido Republicano y el Partido Social Cristiano, además de contactos entre personeros de los sectores ultraderechistas de ambos países. En esa labor han participado dirigentes y legisladores de la UDI.

En 2019, el ahora candidato presidencial sostuvo una larga reunión con el presidente del ultraderechista Vox de España, Santiago Abascal, donde acordaron, entre otras cosas, trabajar en contra del “marxismo cultural”, del comunismo y defender los valores ultraconservadores.

De acuerdo con un reporte del medio ElDiario.es, en el encuentro “ambos dirigentes han demostrado ‘buena sintonía’ entre ‘naciones hermanas’, como ha publicado en un comunicado la formación española. La conversación ha girado en torno a temas comunes entre ambas formaciones como la defensa de valores tradicionales como ‘la vida, la familia y la libertad’”.

Kast twiteó: “Nos juntamos con @Santi_ABASCAL a conversar sobre el éxito electoral de @vox_es y sobre cómo enfrentar el avance de la izquierda ideológica en cultura, educación, estado de derecho, etc…Una gran conclusión: Sentido Común. Somos mayoría y tenemos que demostrarlo en las urnas”. Al encuentro entre Kast y Abascal concurrieron Iván Espinosa, vocero de Vox, María Pía Adriasola, esposa del personero chileno y Alejandro Martini del PR.

También existen contactos con el ex presidente colombiano Andrés Pastrana, parte de la red ultraderechista internacional, con el cual se tratan materias ideológicas y de seguridad. Existen coincidencias también con el ex mandatario ultraderechista, asociado al paramilitarismo colombiano, Álvaro Uribe, un personaje reconocido en el mundo de la derecha extrema.

Uno de los aspectos que tiene relevancia entre los partidos y fundaciones ultraconservadoras del mundo, es avanzar en éxitos electorales, consolidar representaciones en los Parlamentos, gobiernos locales/comunales y, por cierto, ganar elecciones presidenciales. En este camino hay una observación de lo que ocurra con el Frente Social Cristiano y José Antonio Kast en Chile.

Sumado eso a que hay un objetivo ideológico y estratégico de las organizaciones nacionalistas, ultraderechistas, fascistas, xenófobas y extremas de avanzar en sus posiciones, sobre todo con respaldo ciudadano.

En un texto del Observatorio del Ascenso de la Extrema Derecha en Chile (OAEC) de la Universidad de Chile -citado en una nota de hace unos meses en ElSiglo.cl-, se señaló que en el último periodo, sobre todo después de 2019, “surgieron ( ) grupos herederos del fascismo histórico, ‘anarco-capitalistas’ y extrañas mixturas de perspectivas religiosas ultra conservadoras y un anti-estatismo neoliberal que comenzaron a copar las redes sociales y hacer pequeñas, pero significativas muestras de fuerza callejera. Si bien todos estos grupos tienen cosmovisiones y esbozos programáticos radicalmente distintos unos de otros, el chovinismo, la xenofobia, el racismo, la LGBTI fobia, la misoginia, el desprecio a la cultura democrática y el rechazo al posible cambio constitucional, ocupan transversalmente la agenda de todos ellos, independiente del lenguaje y los métodos que utilicen para justificar esta clase de relatos”.

En el posicionamiento de la ultraderecha tienen relevancia alusiones al patriotismo, el nacionalismo, el orden como un atributo esencial, la preponderancia del mundo militar/policial para enfrentar conflictos sociales, la familia como núcleo básico, el anticomunismo, el catolicismo y la defensa del libre mercado y el individualismo.

Hay un rechazo a los tratados internacionales, sobre todo en materia de derechos humanos y migración, construcción de una política anti terrorista partiendo de la base que ese fenómeno está extendido en el país.

En el caso chileno, la bandera de hoy de la ultraderecha es la candidatura presidencial de José Antonio Kast. Asimismo, obtener una representación cualitativamente notoria en el Parlamento. Y si gana Gabriel Boric la elección presidencial, convertirse en la fuerza opositora más elocuente y firme. En definitiva, ir consolidando el posicionamiento ultraderechista en el país.

 (*)Hugo Guzmán Rambaldi es periodista chileno, director del semanario digital “El Siglo”. Fue Jefe de la Sección Internacional de Canal 11 de TV de México, Editor de Política del diario“La Nación”, reportero de sección política de “Las Última Noticias” y “La Tercera”, Editor General de Radio Universidad de Chile y corresponsal de varios medios chilenos en México.

Fuente:www.elsiglo.cl

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