Durante mucho tiempo, la idea de un mundo «totalmente vigilado» ha parecido un delirio utópico o paranoico, fruto de la imaginación más o menos alucinada de los obsesionados por los complots. Sin embargo, hay que rendirse a la evidencia: aquí y ahora vivimos bajo el control de una especie de imperio de la vigilancia. Sin que nos demos cuenta, estamos cada vez más siendo observados, espiados, vigilados, controlados, fichados. Cada día
se perfeccionan nuevas tecnologías para el rastreo de nuestras huellas. Empresas comerciales y agencias publicitarias cachean nuestras vidas. Con el pretexto de luchar contra el terrorismo y otras plagas, los gobiernos, incluso los más democráticos, se erigen en Big Brother y no dudan en quebrantar sus propias leyes para poder espiarnos mejor.
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El Imperio de la vigilancia (Ignacio Ramonet)