Cuando Belén de Sárraga vino a Chile, en 1913, el movimiento obrero había avanzado enormemente: desde fines del siglo XIX, la actividad huelguística adquiría cada vez más fuerza. En 1890, en plena disputa entre Balmaceda y el congreso por la hegemonía política, los obreros se declararon en huelga, en todo el país, y esa fue la primera huelga general. Balmaceda, acosado por la aristocracia intentó, por medio de un telegrama, evitar la represión, sin embargo, a posteriori, permitió la aniquilación, por las armas, del movimiento sindicalista. Se inauguró, así, el viejo método por el cual los patrones simulaban ponerse de acuerdo con los obreros a la espera de la llegada por sorpresa de las fuerzas militares; este modelo sería aplicado en todas las huelgas, hasta 1907.
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Belén de Sárraga, librepensadora, anarquista y feminista* (Rafael Gumucio Rivas*)*