domingo, diciembre 3, 2023

"La emancipación de los trabajadores será obra de los propios trabajadores"

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Mirando el futuro; transformando el presente ( por Miguel Lawner)

Intervención del compañero Miguel Lawner en la presentación del libro CAMARADAS de Iván Ljubetic Vargas (15 de junio de 2023 ICAL)
 
Cuenta la historia del Chile verdadero y profundo que, en la esquina de un año, de hace tantos que ya suman once más un siglo, una treintena de intensas y apasionadas miradas se conjugaron bajo el cielo luminoso y torrencial de la pampa sufriente, y allá, en el norte inmenso de nuestra identidad y al crisol de sus dolores se juntaron para secretearse sus penas, sus temores y sus sueños y, sobre todo, se reunieron para encajar las piezas del puzzle de la esperanza que cada uno traía en sus morrales como mendrugos de humanidad. Y así, ellos arribaron fácil por la sencillez de comulgar en una misma pobreza a la resuelta y única decisión posible.

 
Eran tiempos en que era mucha la desesperanza y demasiada la adversidad, extenso el desaliento e infinito el desamparo. Allí, en esa minúscula escena y en el taller de un humilde zapatero remendón de Iquique, en esa tarde mustia estalló la chispa de la conciencia de clase en nuestro país, por primera vez un grupo de obreros se miraron simple y resueltamente a la cara y se vistieron con la certeza que de otros siempre recibirían migajas, incluso, de los bienintencionados y generosos. Supieron y por primera vez, que de verdad sólo se tenían a sí mismos, y que sólo de ellos y de sus propios esfuerzos germinaría lo que les ofreciera el porvenir, para ellos, para sus hijos, los hijos de sus hijos y así hasta nuestros días y los tiempos que siguen más allá de nuestra mirada y de nuestro entender.
 
Y esos viejos luminosos aprendieron que al reconocerse entre ellos la historia empezaba a ser distinta, en el encuentro con el otro aprendieron a quererse a sí mismos y a saberse completos en la unidad del colectivo, y así, sabiendo pero sin querer y caminando pero a tientas y en completa autonomía, empezaron a ser mejores hombres, mejores mujeres, modelando a tropiezos y sin permiso su nueva y magnífica investidura de personas con dignidad y con derechos. En el diálogo fraterno y en la convivencia diaria descubrieron la alegría de ser cada cual apenas una pequeña pero imprescindible nota musical en la hermosa sinfonía de la vida, ya no para estar y sobrevivir, sino para ser y para crecer hasta las fronteras inagotables de la inmensa plenitud humana.
 
En Chile, la organización política que fundaron esos viejos lindos es, hasta el día de hoy, el único partido político que no ha nacido en salones ni en academias, que no se ha fundado en bibliotecas ni en casas con jardines, que amaneció sin escritorios ni dirección postal, que no tuvo champagne, padrinos, profetas ni oropel cuando inauguraron el complejo y humilde andamiaje de sus convicciones. Dicen los que saben, que los símbolos y las banderas de esos viejos huelen a sudor obrero, a salitre, a carbón, a puerto, a humo fabril, y sus consignas tienen la áspera y rugosa piel de calaminas y manos encallecidas por el trabajo inmisericorde de sacrificios inimaginables, dicen que si escuchamos el flamear de sus banderas oiremos dolores inmensos, letanías de miseria, de lecturas huérfanas de universidad y tartamudeantes de docencia, listas negras que desterraban a dirigentes a vivir exilados en su propia patria, expulsados de fundos, ciudades y de cualquier destino que les fijara el patrón. Conciencias vagabundas y errantes castigadas por la rebeldía invicta de sus códigos de honor, con aprendizajes a pulso creados desde la pasión enamorada de sus sueños y certezas.
 
También dicen que sus pasos están teñidos de sangre, es mucha la sangre que destila la memoria de estos viejos y viejas sabias, perseguidos una y mil veces, acosados y siempre en la mira criminal de los fusiles y bayonetas de los poderosos, porque estos viejas y viejos son la única amenaza cierta a los privilegios de los usurpadores de siempre y de los codiciosos de todo, y así, en estas luchas por ganar en civilización y humanidad caen sus mejores, las y los más comprometidos, las y los más diáfanos, las y los sobresalientes, las y los ejemplares, las y los que se sitúan en la primera línea del coraje y la valentía… caen y caen por la geografía y por los calendarios, caen niños, apenas niñas, caen mujeres de toda condición, caen mayores, caen hombres de todo talante, y mientras caen vienen otros, otras, y ocupan el lugar de los que cayeron, y retroceden pero se vuelven a levantar, insobornables y tozudos, no se rinden ni renuncian, y siguen ciertos y convencidos, y así repiten el rito inmemorial desde cuando con porfía y decisión nuestros orígenes más remotos decidieron descolgarse para enseñorearse de la realidad y trascender, y en eso están, por ello es que la organización de esas viejas y viejos de Iquique sigue en pie, porque no puede ser de otra manera, 111 años van desde entonces.
 
Y es curioso, porque a pesar de tanta pérdida y de tanta pena, a pesar de sus procesiones infinitas por el tránsito doliente del rigor y la adversidad, el luto, la pena, la persecución y el peligro, estos viejos se fortalecen en sus quehaceres y transforman el sacrificio arduo en alegrías transparentes, las luchas sociales del pueblo chileno son su sentido y su razón, “luchar, aunque en ello se nos vaya la vida” decía una de sus principales. Estas viejas y viejos son los senderos vivos de la historia política de Chile, son la expresión popular más genuina de las luchas colectivas, son el patrimonio cultural de la decencia política y de las conquistas sociales, dicen que hace poco homenajearon a sus más de 500 víctimas que ofrendaron como partido político en su combate contra la dictadura, luchadores, luchadoras, que son simiente de democracia aportada desde una de las trincheras insignias del pueblo chileno, ellas y ellos son quienes mantuvieron encendidas las antorchas de la libertad en los túneles clandestinos durante la noche prisionera de la patria. Dicen los que han conversado con ellos, que les duelen hasta el alma cada uno de esos nombres y de esos rostros caídos, y para recordarlos les ponen a sus Células el nombre de sus héroes y de sus heroínas, dicen que son sus banderas y por eso permanentemente están desplegándolas a todo viento y a todo horizonte.
 
Y antes de esos 500 mártires hubo otros 500, que también se encontraban en la primera línea en Pampa Irigoin, en Plaza Colón, en Plaza Bulnes, en las oficinas salitreras de La Coruña, San Gregorio, Santa Laura, Pampa Unión, en Marusia, en la Escuela Santa María de Iquique, en Ranquil, en la José María Caro, en Puerto Montt, en Magallanes, en El Salvador, allí y en otros cientos de lugares en donde el grito de justicia social y de rebeldía popular se hizo, se hace y se hará necesario e imprescindible. “Podrán cortar las flores pero jamás impedir la primavera” dijo otro de sus notables, “primero vaciarán el mar con un balde antes de terminar con los comunistas”, dijo otro de sus destacados. Son los comunistas, y se podrá estar en desacuerdo con ellos, pero, lo cierto es que siempre sabemos lo que piensan y cuáles son sus quehaceres, y lo sabemos porque no dicen lo que son sino que les resulta inevitable ser lo que hacen. Es fácil ser como ellos porque son la mejor expresión del pueblo chileno, es difícil ser como ellos, por lo mismo, porque son la mejor expresión del pueblo chileno.
 
¡¡ MIRANDO EL FUTURO; TRANSFORMANDO EL PRESENTE… !!
 
111 AÑOS DE HISTORIA. 111 AÑOS DE LUCHAS POPULARES. 111 AÑOS DE COMPROMISOS Y CONVICCIONES.
(Gentileza del compañero Patricio Barra)

1 COMENTARIO

  1. Maravilloso relato del movimiento obrero. Mi abuelo, en sus entonces, nos relataba la historia, pues fue uno de aquellos viejos luchadores pampinos. En homenaje a ellos, mi correo es salitreras. Muchas gracias por evocar la íntegra vida de los comunistas.

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